En las calles de La Plata, donde el olvido y la indiferencia hacia los animales abandonados parecen multiplicarse, hay personas que eligen no mirar hacia otro lado. Entre ellas está María Gottelli, conocida en redes sociales como @perroamigo_lp, quien desde hace más de quince años dedica su vida a rescatar, curar y encontrar familias para perros en situación de abandono. Su historia, como la de tantas otras rescatistas anónimas, es la de una ciudad que se sostiene, muchas veces, gracias al compromiso silencioso de sus propios vecinos.
Todo comenzó en 2009, cuando María encontró a tres cachorros desamparados. No sabía nada sobre el mundo del proteccionismo animal, pero su instinto fue actuar. Uno de esos perritos, el más pequeño y débil, nadie lo quiso. Se quedó con ella y se convirtió en “Cuba Libre”, su compañera durante 16 años y la chispa que encendió una vocación para toda la vida. Desde entonces, su labor nunca se detuvo.
Hoy, como muchas otras personas que integran los más de 35 grupos de rescatistas que existen en la ciudad, María sostiene su trabajo con recursos propios. Lo que hace es completamente voluntario y se construye sobre una red de solidaridad: amigos, familia y desconocidos que colaboran con lo que pueden para ayudar a los que no tienen voz. Cada rescate es una carrera contra el tiempo, contra el sufrimiento, y muchas veces, contra la indiferencia de quienes podrían hacer mucho más.
Su último caso se llama Negrito25, un perro macho de 11 años que fue abandonado por su familia apenas supieron que tenía una enfermedad. Tras años de haber sido simplemente "el perro que cuidaba la casa", fue dejado a su suerte. Para muchos, habría sido solo un animal más en la calle; para María, era una vida que merecía dignidad, cuidado y una segunda oportunidad.
Pero rescatar no es solo encontrar al animal: es atender su salud física y emocional, transitarlo, alimentarlo, curarlo, y finalmente, lograr una adopción responsable. A veces el proceso lleva días, pero en muchos otros casos puede demorar meses o incluso años. Para solventar los costos —que incluyen análisis clínicos, radiografías, tratamientos, guarderías o tránsitos pagos— María organiza ferias, rifas y también vende cuadernos artesanales a través de sus redes.
Una de las actividades clave es la Feria de Beneficio de Animales Rescatados, que se realiza cada segundo domingo del mes en Plaza Belgrano, en Avenida 13 y 39. Allí, entre 13 y 15 agrupaciones ofrecen productos, comparten experiencias y fortalecen una red de ayuda que sostiene silenciosamente a cientos de animales en La Plata.
Más allá del trabajo cotidiano, María y otras proteccionistas impulsan una lucha mayor: lograr que se implemente de forma real y efectiva la Ordenanza 12145, sancionada en 2021 por el Concejo Deliberante. Esta norma declara a La Plata como Municipio No Eutanásico y establece la castración quirúrgica gratuita, masiva y sistemática como única herramienta ética para el control poblacional de perros y gatos. Sin embargo, aunque fue votada por unanimidad, aún no se aplica como corresponde.
Mientras tanto, el cuidado de los animales recae en ciudadanos comunes. Personas como María que, sin más recursos que su voluntad y empatía, deciden no ser indiferentes. Cada perro rescatado es una historia que no termina en abandono. Es también una historia de amor, de compromiso y de esperanza.
Y en cada uno de esos rescates, late un mensaje claro: ayudar a los que no tienen voz es también una forma de construir una ciudad más justa.