Por la muerte de un detenido en un calabozo de una comisaría de Berisso, ocurrida el 21 de octubre de 2011, la Justicia Criminal de La Plata dictó ocho años después una sentencia de prisión perpetua para cuatro policías bonaerenses. Entre ellos se encuentra José Antonio Cácere, quien continúa proclamando su inocencia y llevó su reclamo ante la Corte Suprema de la Nación.
El recurso, presentado por el abogado Fabián Améndola, advierte que lo decidido por los tribunales le ocasiona a su defendido “un gravamen personal, concreto, actual y no derivado de su propia actuación”.
Por ello, solicitó su absolución al considerar que la condena es “injusta e infundada”. Según explicó, la autopsia oficial determinó que la causa del fallecimiento fue un edema agudo de pulmón, secundario a una insuficiencia cardíaca aguda, sin constatarse golpes ni lesiones compatibles con la aplicación de tormentos, como sostenía la acusación fiscal.
La defensa remarcó que, pese a la falta de pruebas que vinculen directamente a Cácere con la muerte, la condena se fundó principalmente en una serie de fotografías tomadas al momento de confeccionar el legajo del detenido. “No estando probado el dolo homicida, bajo ningún punto de vista puede sostenerse la perpetua”, subrayó Améndola, quien además denunció distintas violaciones procesales y reclamó la revocación de la resolución.
En paralelo, la familia del expolicía sostiene que el fallo estuvo influido por presiones políticas y de organismos de derechos humanos, y no por evidencias objetivas. Agustín, hijo de José Antonio, expresó su indignación: “Los tres compañeros de mi papá, imputados en la misma causa, ya están libres. Él es el único preso. ¿Por qué?”.
“Llevo años viendo a mi papá solo, lejos de su familia, pagando por algo que no hizo. Pedimos justicia”, concluyó el joven, quien junto a sus allegados espera que la Corte Suprema revise la condena y disponga la liberación del expolicía.
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