Lo que debía ser una instancia clave para la vida institucional de Gimnasia se transformó en un papelón dirigencial. La Asamblea Ordinaria en el Polideportivo Víctor Nethol terminó en un verdadero escándalo: agresiones, huevazos, sillazos y la suspensión del acto por falta total de control.

La conducción de Mariano Cowen intentó mostrarse firme, pero la bronca de los socios fue incontrolable. Los cánticos de “que se vayan todos” dominaron la noche y la tensión escaló hasta que la reunión tuvo que interrumpirse. Luego del cuarto intermedio, el oficialismo apenas logró aprobar el balance, mientras que la memoria y el presupuesto fueron rechazados por amplia mayoría.

El trasfondo del enojo no es menor. El club arrastra sueldos atrasados de empleados y jugadores, conflictos internos y una situación deportiva límite, con el equipo al borde del descenso. En medio de una economía quebrada y un plantel sin respuestas, la actual gestión insiste en hablar de superávit y obras mientras el socio ve cómo la institución se desangra.

A menos de un mes de las elecciones, la Asamblea fue el reflejo de una conducción sin credibilidad ni rumbo, que prometió transparencia y terminó acumulando denuncias, deuda y desconfianza. Lejos de unir al club, Cowen deja una imagen de descomposición total.

En el Bosque ya no hay margen para discursos: la gestión se hunde entre el enojo de su gente y la falta de respuestas reales.