En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un grupo de trabajadoras de la Dirección General de Cultura y Educación (DGCyE) habría manifestado su preocupación ante lo que consideran una distancia significativa entre los mensajes oficiales y la situación que afirman vivir dentro del organismo.
De acuerdo con sus expresiones públicas, existiría malestar respecto al rol del gremio UPCN Buenos Aires y a la conducción de la cartera educativa. Según estas versiones, ambas instituciones podrían estar acompañando políticamente a la gestión provincial mientras —siempre según lo que mencionan las trabajadoras— desatenderían reclamos vinculados a presuntas situaciones de violencia laboral y de género.
La reciente renuncia del Director General de Cultura y Educación también sería interpretada por algunos sectores como parte de este contexto, al señalar que “se necesitarían funcionarios que funcionen, y no que sean funcionales”, según expresaron en declaraciones difundidas.
Las trabajadoras sostienen que, hace más de un año, dos empleadas habrían presentado denuncias públicas por presuntos episodios de abuso, acoso laboral y de género, persecución y discriminación ideológica. Estas acusaciones estarían dirigidas contra el director provincial de Mantenimiento, Gustavo Cañete; su asesor Diego Mussari; y los directores Fabián Cardozo y Javier Miori.
Según las denunciantes, el proceso administrativo correspondiente al sumario se habría ralentizado o dilatado. En ese marco, también señalarían a la dirigencia de UPCNBA por supuestamente no haber acompañado el reclamo y, eventualmente, haber contribuido a que el trámite no avanzara con la celeridad esperada.
Los testimonios indican que, para las trabajadoras, existiría una contradicción entre los discursos institucionales sobre violencia de género y la forma en que —según afirman— se habrían abordado estas denuncias. Sostienen que las empleadas involucradas habrían tenido que recurrir reiteradamente a licencias y medidas de resguardo, mientras expresan que sentirían que el sistema judicial habría favorecido a los funcionarios señalados.
En este sentido, plantean que tanto el Estado como el gremio podrían no estar brindando la protección necesaria a quienes denuncian.
En sus declaraciones, las trabajadoras remarcarían que la violencia no se limita al daño físico, sino que incluiría también “callar, ignorar, humillar, negar derechos y naturalizar el maltrato cotidiano”.
En una jornada donde suelen multiplicarse los mensajes institucionales, las denunciantes afirman que muchas mujeres “seguirían esperando respuestas que nunca llegan” y subrayan que “el silencio social también dolería”.