En una provincia desbordada por la delincuencia, las muertes por la falta de atención médica, las escuelas sin gas ni agua, los hospitales sin insumos y los barrios tomados por el narcotráfico, el gobierno de Axel Kicillof acaba de autorizar una licitación que despierta la indignación ciudadana: $1.450.783.800 en “Vegetales ABC”, una compra masiva de acelga y batata destinada al sistema penitenciario.
La contratación, identificada como expediente EX-2025-09321317- -GDEBA-DGYCMJYDHGP, se realiza a través del Ministerio de Justicia bonaerense y fue publicada el pasado 6 de junio. La cifra estremece: más de mil cuatrocientos cincuenta millones de pesos, todo para abastecer con verduras a las cárceles, en un proceso que detalla partidas ridículas como 301.000 atados de acelga en un solo renglón, o 381.000 unidades de batata, entre muchos otros.
La pregunta se impone: ¿qué prioridades tiene el gobierno de la provincia de Buenos Aires? Mientras los vecinos piden a gritos patrulleros, médicos, cloacas, alimentos y aulas dignas, el Estado administra fondos como si se tratara de un buffet millonario en medio del Titanic.
Lo más indignante es el doble discurso del gobernador Axel Kicillof, quien en reiteradas ocasiones ha culpado a la Nación, y especialmente al presidente Javier Milei, de no enviar suficientes recursos a la provincia. Sin embargo, cuando sí hay fondos, el destino parece ser la verdulería del Estado.
No se trata de una inversión en producción agroalimentaria ni una política de asistencia nutricional a sectores vulnerables: es pura y exclusivamente para abastecer las cárceles.
¿Puede alguien justificar semejante cifra en un contexto donde la provincia está en emergencia social por todos los frentes posibles?
En los papeles todo parece prolijo, con pliegos, anexos, declaraciones juradas, cláusulas y garantías. Pero en la práctica, es un insulto a cada bonaerense que no llega a fin de mes, a cada familia que perdió un ser querido por la inseguridad o que espera una operación hace un año.
La compra incluye montos abiertos a ampliaciones de hasta el 100%, sin control real sobre lo que finalmente se va a terminar gastando. Mientras tanto, la provincia ostenta los peores indicadores del país en pobreza infantil, deserción escolar y delito.
¿Hasta cuándo vamos a naturalizar el despilfarro del Estado? ¿Hasta cuándo Kicillof va a pedir plata mientras la gasta así?
Esto no es solo un número. Es una radiografía del fracaso estatal en su máxima expresión.