Gimnasia visita este sábado a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro, desde las 14.30, por la segunda fecha del Torneo Clausura. Lo hace con la obligación de recuperarse tras la caída en casa ante Instituto, pero también con el deseo intacto de demostrar que lo del debut fue apenas un tropezón y no una tendencia. El árbitro del encuentro será Nicolás Lamolina.

El partido se jugará en un escenario bravo, de esos que exigen personalidad. San Lorenzo llega con el ánimo en alza después de haberle ganado 2-1 a Talleres en Córdoba, y con la idea de volver a hacerse fuerte de local. El equipo de Damián Ayude mantuvo la base que cerró bien el torneo anterior y apuesta a la presión alta, la circulación corta y la aparición de sus mediapuntas. Del otro lado, Alejandro Orfila prepara cambios en Gimnasia: uno de los más importantes sería el ingreso de Norberto Briasco desde el arranque, buscando sumar peso ofensivo y conexión con Zalazar y Sosa.

El Lobo todavía está en etapa de construcción. Ante Instituto mostró orden en el arranque, pero se desdibujó después del golazo de Álex Luna. La falta de reacción preocupó tanto como la escasa generación de juego. Por eso, esta visita a Boedo aparece como una prueba de carácter, pero también de funcionamiento. El DT tuvo una semana más de trabajo para aceitar circuitos, ajustar retrocesos y resolver el problema del último pase, una cuenta pendiente que se viene arrastrando desde hace rato.

El partido es clave para empezar a sumar en un torneo corto y exigente. Gimnasia necesita volver con algo en el bolso, aunque sea un punto que corte la racha y devuelva certezas. No será fácil: el Gasómetro pesa, la gente de San Lorenzo aprieta y el equipo local llega entonado. Pero también es cierto que el Lobo, cuando se lo propone, puede ser incómodo para cualquiera. La cuestión será animarse a jugarlo como se juegan estas batallas: sin miedo, con concentración, y sobre todo, con hambre de revancha.